lunes, 1 de agosto de 2016

UN MAOÍSTA EN EL MAYO FRANCÉS

























Quienes hoy se enfrentan a la producción de un cine de ensayo por parte del provocativo autor de "Sin aliento", probablemente desconozcan sus antecedentes como documentalista experimental durante aquellas jornadas del 68 que inmortalizaron en los muros consignas como "la imaginación al poder".

Una película como cualquier otra (1968)

Realizada con sus propios recursos por el autor de "La Chinoise" para la TV francesa, que finalmente no aceptó emitirla, se basa en el sentido de la palabra (encendida al calor del Mayo Francés)

Su estructura es muy simple. El presente narrativo transcurre en adyacencias de la automotriz Renault ocupada por sus trabajadores, donde media docena de jóvenes - obreros y estudiantes - intercambian puntos de vista generados al calor de las luchas en curso. Sus rostros no se muestran porque están perseguidos por las fuerzas de seguridad. Simultáneamente se intercalan imágenes de archivo  en blanco y negro  de carácter pre insurreccional, producidas durante aquellas jornadas.  Hacia su desenlace, jóvenes y trabajadores confluyen, y cierra una placa que representa la puja  entre la franja azul y la roja de la bandera francesa. Finalmente se impone la roja cubriendo toda la pantalla.

Sus protagonistas semejan a los de la generación en la que se formó quien escribe estas líneas: Tokio, Roma, París, Tlatelolco, Córdoba.... Ha de haber alguna explicación más rigurosa que la mera imitación de un médico de la pequeña burguesía rosarina abjurando de su clase y cayendo en combate en la Quebrada de Yuro para comprender semejante radicalización de las capas medias… que no culminó cediendo paso a una dirección proletaria  del proceso de emancipación. Acaso la dictadura de los monopolios pauperizó a esos sectores expulsándolos del consumo y llevándolos a reparar en los intereses comunes a la clase obrera. Sabe a poco suponer que sólo se trató de una masiva rebelión ilustrada.

Me detengo en la determinación de Godard en ese momento de su carrera, cuando ya era Godard, lo hago tiempo después de haber entregado en la Embajada de Nicaragua mi documental realizado en la tierra de Sandino con 200 dólares proporcionados por mi madre… y reparo en los escasos recursos con que intenté desagraviar la figura de Pasolini en Roma. Tal vez no estoy tan loco ni soy un  ermitaño, y para realizarse plenamente sea imprescindible no aceptar mediación alguna entre nuestros más bellos sueños y la espeluznante vigilia.

British Sounds (1969) 

Un filme absolutamente atravesado por la radicalidad de los 60s, y estructurado en base a cinco secuencias claramente diferenciadas por el desarrollo de una idea-fuerza por vez. También fue prohibida su emisión, ahora por la TV inglesa.

Pravda (1969)

A instancias de su colega Jean Luc Henri - maoísta como él -, Godard se vale de un ardid consistente en aducir que estuvo en Checoslovaquia durante la Primavera de Praga y precisa financiamiento para editar las imágenes captadas entonces. Así obtiene fondos de una productora norteamericana para realizar esta demoledora crítica al revisionismo marxista soviético mediante la combinación de trabajo de campo e imágenes capturadas de la TV estatal checa, sostenidas por un imaginario debate entre Rosa Luxemburgo y Vladimir Lenin que habrá de saldarse apelando a las Tesis de Mao. Se trata de un material de transición entre el proto Grupo  “Dziga Vertov” y su constitución definitiva, que Godard termina solo. La realización toma del maestro ruso más influencia de Kino-Glaz que de El Hombre de la Cámara. A esta altura cabe destacar que, salvo honrosas excepciones – como la de dar voz a los jóvenes rebeldes del Mayo Francés o a un líder Pantera Negra – buena parte de esta producción se vale de una locución omnisciente que baja línea en nombre de sus autores.

Viento del Este (1969)

Un financista italiano convoca actores y realizadores del cine contestatario contemporáneo (Gian Maria Volonté, Anne Wiaszemski, Glauber Rocha, Jean Luc Godard) para realizar un filme de contrainformación. La mayoría se va de juerga con el dinero en cuestión, pero Godard convoca a su socio Jean Pierre Gorin, que no duda en fugarse del hospital donde se halla internado, para comparecer al rodaje del que será el Manifiesto Fundacional del Grupo “Dziga Vertov”. Con base en un guión del por entonces dirigente estudiantil rebelde Daniel Cohn Bendit, la experiencia consiste en una sucesión de escenas ficcionadas al aire libre, en un escenario exuberante y seudo tropical, por parte de un elenco que se divide entre quienes representarán a las fuerzas del sistema y a las de la Revolución. Todo será locutado de manera rigurosa y prescriptiva , siguiendo la modalidad que ya caracteriza al colectivo en cuestión , apuntando a desmontar los cimientos del cine comercial y el seudo progresista confrontando los ejemplos de Vertov (a quien se proclama como marxista genuino) y Eisenstein (a quien se define como revisionista stalinista) A diferencia de un cine similar practicado por entonces en el llamado Tercer Mundo, la película sólo apela a reconstrucciones dramáticas de carácter satírico, omitiendo toda entrevista a verdaderos actores sociales de la revuelta en curso. Y culmina con una secuencia en favor de la lucha armada que describe diversas formas de construcción de explosivos caseros, rematando con una parodia de fusilamiento a la burguesía.

1 A M One American Movie (1969)

Experiencia compartida - y luego abandonada - por Godard con sus socios Leacock y Pennebaker. Este último firma  como propio el producto final, cuyo montaje no satisfizo al realizador suizo. Registro del movimiento juvenil rebelde en USA, con epicentro en los Black Panthers. Se basa en algunas perfomances que tienden a subvertir el orden establecido en espacios públicos como un colegio de niños negros donde un actor irrumpe con uniforme del Ejército Confederado y es interpelado  por los alumnos como símbolo del esclavismo, o un recital de rock improvisado en la terraza de un edificio situado frente a la multinacional RCA, luego disuelto por la policía. Resulta destacable la tensa entrevista a un airado Eldridge Cleaver, referente contemporáneo de la comunidad afro, que se manifiesta harto de los documentalistas y espeta a su interlocutor “tu formas parte de toda esa mafia”. El filme culmina con una poderosa metáfora que parte del cartel Compañía de Demolición Americana, mostrando el desguace  en cámara rápida de aquel edificio donde se ofreciera un concierto  no autorizado.

Shick (1971)

Publicidad de crema de afeitar cuyo mérito mayor consiste en la treta con que Godard y su socio  Jean Pierre Gorin obtuvieron financiamiento para llevarla a cabo, proponiendo un proyecto irrealizable por mes  mientras cobraban un sueldo anual, para culminar realizando en un día (!) un comercial que encima satiriza la gran estafa  del eslogan publicitario. ¿Batallas ganadas dentro del vientre de la bestia? Desde una óptica sudamericana no pasan de ser travesuras de intelectuales contestatarios en países desarrollados.

Letter to Jane (1972)

La destinataria de esta suerte de misiva audiovisual es  Jane Fonda, que por entonces acaba de co protagonizar para Godard y Gorin el film  “Tous va bien”, junto con Ives Montand. A su vez, la actriz y militante por la paz en Viet Nam acaba de regresar de Hanoi. Y de analizar minuciosamente una foto suya aparecida en el magazine L’Express trata este film, realizado en el tiempo récord de un día, mientras los fundadores del Grupo “Dziga Vertov” - que generalmente no hallan mayores obstáculos a la hora de financiar sus obras -  revisan los sucesivos fracasos obtenidos en materia de difusión televisiva de esos filmes, atravesando la que habrá de ser la crisis terminal de dicha experiencia. Se trata de la más detallada y feroz deconstrucción que pueda hacerse de una imagen, aquí consistente en el plano medio nítido de la destinataria del mensaje, escuchando con gesto culposo a un dirigente del Vietcong borroso y de espaldas a la cámara. En el desarrollo de su argumentación los autores volverán sobre la contradicción Vertov-Eisenstein considerándola ahora no tanto antagónica como complementaria. Aunque se trata de un fotomontaje exclusivamente compuesto por una sucesión de imágenes fijas intercaladas por placas negras (recurso frecuentemente utilizado por el grupo cuando ya no alcanza con una imagen para expresar un concepto), parecería el producto más potente y acaso eficaz de esta saga.

Aquí y más allá (1974)

Godard y Gorin estuvieron viajando varias veces a Palestina durante la primera mitad del año 1970, con el objeto de ponerse en contacto con Al Fatah y registrar a favor de dicha causa un filme a titularse “Hasta la Victoria”. Mientras procuran en Paris financiamiento para terminarlo se desata la masacre de dicho pueblo a manos de Jordania que se recordará como Setiembre Negro, circunstancia en que tod@s l@s combatientes que oportunamente contactaran son exterminad@s. Esto profundiza la desazón y el disenso al interior del colectivo autoral. Por entonces Godard viene tomando distancia del maoísmo, y al cabo de un prolongado lapso de reflexión se aleja de su histórico socio para reformular y retomar el proyecto - ya disuelto el Grupo “Dziga Vertov” - con Jean Marie Mevielle. Ahora el filme se interrogará culposamente acerca de cómo debería contarse la Historia mientras sucede, rezumando todo el desencanto del realizador suizo ante el reflujo de las revueltas del 68. Godard estrena aquí una de las primeras videocámaras Sony que entraron a Europa. El filme habrá de comparar las circunstancias que boicotean el cambio social tanto en Francia como en el Oriente Medio, rematando con la elocuente sentencia de que “el otro es el allá de nuestro aquí”.

Como balance general positivo de toda esta experiencia diré que se trata de una de las más atentas a las urgencias de la época y acaso la que más haya insistido en una auto-interpelación acerca de contenido y formas (“ya no hay más imágenes simples, sólo hay gente simple”). Y como negativo tal vez corresponda concluir que, pese a sus nobles intenciones, la aventura del Grupo “Dziga Vertov” ratifica la antigua limitación de que muchos intelectuales contestatarios europeos lo son dentro del Primer Mundo, pero incursionando en el tercero no trascenderán la condición de europeos. Refuerza esta conclusión la desalentadora frase que acompaña las últimas imágenes de los fedayines que en "Aquí y más allá" se aprestan a perder la vida en el campo de batalla: “Como son revolucionaros simples hablan de cosas simples”. En rigor de verdad, esos combatientes están intercambiando criterios acerca de cómo atravesar el cauce de un río sin ser detectados por el fuego israelí.-


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